Te voy a pedir una cosa.
Te voy a pedir que por unos minutos bajes esa voz de tu cabeza que te dice que “igual no vales para esto”, o que “para qué tanta frustración”, y que recuerdes cómo te hace sentir tu trabajo cuando conectas de verdad.
Es probable que llevéis tiempo con esos nervios en el día a día de tu trabajo, y puede que eso esté haciendo que ni disfrutes ni consigas tu verdadero nivel en el momento de la verdad, hasta el punto de que eso puede hacerte dudar de uno mismo.
Pero déjame que te diga una cosa: no eres tú, no es que no tengas habilidad, o que no valgas, no son tus genes, ni estás estropeado. Lo que te pasa es que has aprendido una reacción emocional, los nervios, y que te bloquea emocionalmente. NO ES CULPA TUYA que hayas aprendido estos bloqueos emocionales.
Porque vivimos en una sociedad con muchos avances y cosas increíbles, pero seguimos heredando ciertas ideas que tienen efectos poco útiles en algunos contextos. Por ejemplo:
Vivimos en una sociedad católica en la que la idea fundamental es que estamos en la tierra como en un examen (una supervisión constante) en el que si fallamos (pecamos) nos vamos al infierno. Y para salvarnos tenemos que confesarnos, reconociendo nuestros pecados y arrepentirnos sintiéndonos mal.
Es decir, vayas o no vayas a misa, seas o no una persona religiosa, en la sociedad en la que estamos, te enseñan a juzgarte y sentirte mal con CADA fallo.
¿Conoces a algún profesional que se esté juzgando a sí mismo continuamente y sintiéndose mal con cada fallo?
No es una crítica a la religión, pero este bloqueo emocional llevado a la empresa y a otras actividades, podría explicar porque tanta gente tiene miedo a fallar y a defraudar.
Otro aprendizaje social. Imagínate a un niño pequeño haciendo un dibujo. El primero que hace se lo enseña a sus padres y sus padres le hacen fiesta.
Así que el niño hace un segundo dibujo y se lo lleva a sus padres. Que le hacen otra fiesta. Y así el niño no para de enseñar a sus padres lo que hace.
¿Qué puede estar aprendiendo el niño?
Qué son los demás quienes evalúan la calidad de su trabajo. ¿Has escuchado alguna vez la frase “Si eres bueno o no, te lo tendrán que decir los demás”? Por eso hay gente a la que le afectan sobremanera el qué dirán, especialmente de los colegas o superiores.
Y esto impregna todo nuestro sistema educativo, y es como si nos fueran, desde pequeños, a fijarnos en el fallo. En la escuela de negocios te enseñaron a ser una máquina de detectar errores, pero nadie te enseñó a llevar tus habilidades a la práctica, en el momento de la verdad.
Imagina ahora a un profesor en una clase con niños. Imagina ahora al profesor pidiendo a la clase que todos atiendan. Hazte la siguiente pregunta:
¿Qué cara tiene que poner un niño para que su profesor piense que está atendiendo y atento?
Pues una bastante parecida a estar serio, incluso preocupado. La sociedad en la que vivimos hace que de pequeños, cuando nos van a contar algo, tengamos cara de ilusión y de ganas, pero cuando vamos creciendo vayamos poniendo cara de preocupación.
El problema no es que la cara del niño no sea una foto bonita o no. El problema es que cuando estamos con esa cara de preocupación o seriedad, nuestro estado interno emocional es el mismo, es decir, preocupación. Y ese no es un estado interno emocional de alto rendimiento, más bien al contrario: es un bloqueo emocional. Nuestra mente va a ser mucho más efectiva aprendiendo cuando nos sentimos con curiosidad, por ejemplo.
No es culpa tuya o de tu carácter que hayas aprendido estos bloqueos emocionales.
Aquí viene cuando te digo las buenas noticias: Son aprendidos.
Porque cuando nacemos solo tenemos dos miedos:
El miedo a los ruidos fuertes y
El miedo a caernos desde la altura.
Todos los demás miedos los hemos aprendido por el camino. El miedo al qué dirán, la vergüenza de exponerse, la fijación con el fallo, etc.
Las buenas noticias es que si has aprendido el miedo escénico, puedes desaprenderlo, reprogramando tu mente.
Es como cuando tienes una app en el móvil de hace años, y se te queda obsoleta. Hay que actualizarla o utilizar la versión nueva.
Si estás leyendo hasta aquí este artículo, te doy la enhorabuena, porque crees dos cosas.
Que es posible superar el miedo escénico.
Que tú también puedes.
Si no creyeras estas dos cosas, probablemente no estarías aquí. Tampoco estarías aquí si no fuese importante para ti eliminarlo de tu vida, para que puedas por fin sacar partido a todas tus miles de horas de preparación, que tengas el reconocimiento que mereces, y que puedas vivir con ilusión de lo que gusta y sabes hacer, disfrutando conectando con la música y contigo mismo.
Por cierto, los profesionales que superan el miedo escénico actualizando su mente, suelen reportar que recuperan la ilusión en la profesión, como cuando limpias un espejo o las gafas. Pero eso te lo cuento en otro artículo.
Nos vemos,
Fernando
De Prepararse Tanto...
¿Por qué Alguien Sigue Sin Tener La Seguridad Y Confianza En El Momento De La Verdad?
Es probable que asumieras como verdad, desde la escuela de negocios, que necesitabas practicar más para dar la interpretación que tú sabes que puedes dar, o que simplemente, con exponerte más veces, los nervios se irían yendo.
Pero la realidad es que cuantas más veces actúas con la mentalidad incorrecta, lo único que podrías estar perpetuando es tu habilidad de tener nervios y de sufrir en tus presentaciones, en el momento de la verdad, acumulando malas experiencias.
Los deportistas llevan tiempo entrenando su mentalidad para llegar al alto rendimiento. Si eres un profesional de empresa y lo que quieres es disfrutar de tu profesión, y sentir la seguridad que necesitas en el momento de la verdad, conectando con tu trabajo profesional y contigo, igual te interesa saber cómo están consiguiendo otros ejecutivos y directivos, eliminar esos nervios y el miedo escénico con una metodología específica.
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