Hoy me he encontrado con un amigo en la calle, Y como íbamos con prisa nos pareció buena idea quedar para tomar un café más tarde, pero al ver dónde nos veíamos, nos hemos dado cuenta de que no nos sabemos el nombre de los bares o de las cafeterías. De algunos sí, claro, pero de otros simplemente sabes dónde están, o le llamas «el de siempre».
Y cuando le he dicho a cual suelo ir yo, me ha preguntado «¿es el que tiene unas fotos de paisajes?», «¿el que tiene un reloj de estación justo encima de la cafetera?»
Y yo ni idea. Y eso que siempre voy al mismo sitio.
Lo curioso es que aunque no te fijes, el ambiente de la cafetería influye inconscientemente en si vas o no vas. Aunque lo mismo, no te das cuenta de si las sillas son de madera o no.
Es como cuando conoces una melodía perfectamente y sabes exactamente en qué parte te emociona, te agarra, y resuena. Y podría ser que no te hayas parado a pensar qué es lo que realmente hace que ese momento sea mágico. Podría ser la secuencia armónica, la construcción del acorde, el timbre, la relación de la melodía con la armonía, chi lo sa. Pero hasta que lo analices, puede que no lo sepas, pero tampoco te hace falta para disfrutarlo,
¿Verdad?
Y al volver andando a mi despacho se me ha ocurrido mirar hacia arriba. Paso siempre por las mismas calles todos los días, pero nunca me había fijado en cómo son los edificios por arriba. Siempre vas mirando al nivel de la calle, y al mirar hacia arriba es como si vieras una calle nueva. Yo creo que si me dan una foto de las partes de arriba de los edificios no sabría dónde estoy.
Lo curioso es que si una ciudad tuviera otros edificios, sería otro tipo de ciudad y de vida. Si tuviera casas bajas sería de una manera, y si tiene grandes edificios, rascacielos, pues sería otra. Aunque tú no mires cómo son los edificios por arriba.
Tu café va a ser el mismo, aunque no sepas que el reloj de estación está justo encima de la cafetera.
¿Pues sabes qué?
Que pasa exactamente igual con tus pensamientos.
Hace unos días un directivo se quedó muy sorprendido cuando descubrió conmigo un pensamiento que tenía. Esta persona se sentía segura al hablar delante de la gente a la que consideraba «inferior», y se sentía mal cuando hablaba delante de gente a la que consideraba «superior».
Y se sorprendió muchísimo al descubrir que pensaba así. Se avergonzó un poco.
Aunque no fuese consciente de tenerlo hasta que lo detectó, la vida de esa persona se veía afectada por este pensamiento, ya que tenía que tratar con diferentes personas en diferentes contextos.
Otro directivo se sorprendió cuando descubrimos que de vez en cuando sentía que le iban a pillar. Que se iban a dar cuenta de que no tenía el nivel.
Aunque no se diera cuenta, esto le causaba unos nervios muy muy fuertes, que le impedían bastantes cosas. Era una persona muy interesante y muy capaz.
Pero en algún momento de su vida, su mente aprendió que no merecía conseguir éxitos. Y eso le causaba los nervios. Y no sé si le sorprendió más el descubrirlo, o cómo lo cambiamos. Pensaba que yo le iba a tratar de convencer, de que sí se lo merece. Pero yo nunca hago eso, porque no funciona nunca.
Lo que sí funciona es entender que tus pensamientos, ideas, o percepciones del mundo y de ti son aprendidos. Y, por tanto, se pueden cambiar y ajustar más a la realidad. Es como actualizar una app del móvil. Si no la actualizas, pues te da problemas.
Se trata de guiar a cada persona a que elimine sus bloqueos emocionales.
Su propio clic.
Clic.
Y poder hacerlo tan rápido es fascinante. Y así se abre la puerta a disfrutar.
Este directivo antes no disfrutaba, mira ahora lo que dice después de haber eliminado el miedo escénico:
«He pasado de no gustarme dar conferencias y hacer presentaciones, a disfrutar tremendamente cuando las doy o las hago. En mi último concierto he disfrutado como un niño pequeño. Ha sido brutal.»
C.B.
Directivo.
Y tú, ¿Disfrutas con tu trabajo?
Por cierto, el café hoy me ha sentado muy bien. Quizá por la compañía.
Nos vemos,
Fernando
De Prepararse Tanto...
¿Por qué Alguien Sigue Sin Tener La Seguridad Y Confianza En El Momento De La Verdad?
Es probable que asumieras como verdad, desde la escuela de negocios, que necesitabas practicar más para dar la interpretación que tú sabes que puedes dar, o que simplemente, con exponerte más veces, los nervios se irían yendo.
Pero la realidad es que cuantas más veces actúas con la mentalidad incorrecta, lo único que podrías estar perpetuando es tu habilidad de tener nervios y de sufrir en tus presentaciones, en el momento de la verdad, acumulando malas experiencias.
Los deportistas llevan tiempo entrenando su mentalidad para llegar al alto rendimiento. Si eres un profesional de empresa y lo que quieres es disfrutar de tu profesión, y sentir la seguridad que necesitas en el momento de la verdad, conectando con tu trabajo profesional y contigo, igual te interesa saber cómo están consiguiendo otros ejecutivos y directivos, eliminar esos nervios y el miedo escénico con una metodología específica.
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